María Elena Morales Anduaga.
Ana María Luisa Velasco Lozano.
Narciso Mario García Soto.
DEAS-INAH
Ana María Luisa Velasco Lozano.
Narciso Mario García Soto.
DEAS-INAH
El antiguo pueblo de Culhuacan está localizado en las faldas del cerro de La Estrella en la delegación Iztapalapa de la Ciudad de México.
A pesar del crecimiento urbano anárquico que ha sufrido este territorio, Culhuacan ha logrado mantener su organización tradicional conformada por 11 barrios: San Juan Evangelista Culhuacan que constituía la antigua cabecera colonial, Los Reyes uno de los barrios más antiguos que hoy es considerado pueblo por muchos de sus habitantes, San Antonio, San Simón, Santa María, San Andrés Tomatlán y San José Tula que se encuentran en la Delegación Iztapalapa así como los barrios de La Magdalena, San Juan Bautista, Santa Ana y San Francisco, que al ser seccionado el pueblo por la demarcación quedando divididos por el Canal Nacional, estos últimos se localizan en la Delegación Coyoacan. Los límites espaciales de estos barrios se construyen y reconstruyen a través de las procesiones dedicadas al santo patrono del pueblo, que llenan de sentido ritual y simbólico estos espacios físicos.
Culhuacan y sus 11 barrios constituyen un pueblo originario cuya identidad cultural se asienta en su raigambre mesoamericana. Este pueblo desde épocas remotas constituyó un importante asentamiento histórico como lo prueban los vestigios arqueológicos que se han logrado conservar, así como el testimonio de los códices, la cartografía histórica y diversos documentos en náhuatl y en español.
Su toponimia de origen náhuatl significa “lugar torcido o encorvado” y hace referencia a la antigua forma curva del cerro, a su significado como lugar de los ancestros y al glifo del Culhuatépetl, que es el topónimo del altépetl prehispánico. Su carácter de asentamiento antiguo se denota en su tejido urbano: traza, calles estrechas y serpenteantes que se adaptan a la topografía del Cerro de la Estrella, a las sinuosas orillas del lago de Xochimilco y a los antiguos canales, acequias y calzadas. Sus callejones suelen terminar en un gran solar, donde con el transcurso de los años se han construido las casas de familias extensas y donde suele haber ganado o animales de corral, incluso algún espacio dedicado a la horticultura y floricultura, remanentes de su pasado campesino-chinampero.
El centro representativo e integrador del pueblo de Culhuacan y sus once barrios es la antigua cabecera colonial conformada por la parroquia de San Juan Evangelista, en donde, a partir del dominio español se centraron las prácticas religiosas a las que posteriormente se añadieron las actividades comerciales y educativas. Sin embargo en la actualidad el verdadero núcleo de la vida religiosa, social y política es el templo del Señor del Calvario que se encuentra en la plaza Leona Vicario y sus calles aledañas, la escuela y el Convento Agustino convertido en museo comunitario
Sus habitantes se autoidentifican como “gente nativa”, que comparten una historia común a veces muy antigua y otras más reciente y que, entre otras cosas alude a su antigua forma de vida de campesinos, canteros, pescadores, cazadores de patos, chinamperos y salineros que a partir de la colonia complementaron con faenas de pastores, peones y caporales vinculados al cuidado del ganado.
Los descendientes de los antiguos pobladores de Culhuacan mantienen una fuerte liga comunitaria y una continua relación con sus ancestros a través de sus tradiciones, memoria histórica , sus panteones y ofrendas en las festividades de Todos Santos y Fieles Difuntos. Esta identidad cultural y comunal constituye uno de los elementos esenciales en los que se asienta su resistencia y son los argumentos más sólidos en los litigios actuales por la defensa de su pueblo.
Otro de los rasgos culturales más importantes de este pueblo originario lo conforma las expresiones religiosas de carácter colectivo con las que se celebra al Señor del Calvario, el verdadero santo patrón de Culhuacan y sus barrios, así como las otras festividades articuladas a otros ciclos rituales y conmemoraciones. El pueblo de Culhuacan cuenta con un complejo calendario festivo que se lleva a cabo gracias a las múltiples organizaciones comunitarias que existen, como el sistema de cargos, mayordomías o asociaciones que les permiten cumplir el compromiso con el santo, la familia y la comunidad, como opina Andrés Medina (:20) son ceremoniales que “establecen los ámbitos simbólicos donde se mantienen y reproducen las identidades comunitarias, la memoria histórica misma, los mitos y las tradiciones” así como también la territorialidad del pueblo.
Culhuacan en la historia
Durante el periodo posclásico, poco antes de la llegada de los españoles, los pueblos que habitaban la Cuenca de México contaban con una larga y antigua historia de migraciones, adaptación al medio ambiente, así como múltiples guerras y alianzas por el predominio y la hegemonía sobre el territorio. Distintos grupos étnicos de diferentes tradiciones culturales fundaron sus pueblos y ciudades en la fértil región suroriental de la Cuenca antiguamente denominada chinampatlalli o tierras de chinampas.
La chinampatlalli prosperó en los lagos de Xochimilco y Chalco que eran de agua dulce o menos salobre ya que eran alimentados por abundantes manantiales provenientes, muchos de ellos, de los montes aledaños. En las chinampas como se sabe, se desarrolló uno de los sistemas productivos agrícolas más eficientes que ha existido.
Los pueblos chinampaneca que refieren las fuentes (Sahagún III:1217) fueron Xochimilco, Cuitláhuac, Huitzilopochco, Itztapalapan, Mexicaltzinco, Mizquic, Chalco y por supuesto Culhuacan.
La elevada productividad que alcanzaron las chinampas de esta región se debió principalmente a que en los siglos XV y XVI se construyó un complejo sistema de regulación hidráulica, bajo la dirección y organización del grupo hegemónico mexica, aprovechando la fuerza de trabajo de los pueblos aledaños. Gracias a estas obras se logró que el nivel lacustre de la región fuera más estable (Ávila: 283), y que estas islas artificiales no sufrieran inundaciones o desecamientos; asimismo este sistema permitió controlar la salinidad de las aguas.
Los chinampaneca por lo tanto conformaron una particular forma de vida basada en la explotación de los recursos lacustres que les sirvieron para la formación de diversas actividades especializadas, como la agricultura de chinampas, la caza, pesca y recolección de fauna y flora acuática, la elaboración de sal y la manufactura artesanal; producción que era utilizada para su manutención, intercambio y pago del tributo.
El medio natural, la organización social basada en la agricultura chinampera y las numerosas actividades lacustres, se manifestaron en la cosmovisión de los atlaca u hombres del agua, como eran denominados los pescadores y los chinampaneca; su sistema de creencias estaba constituido por una profusión de seres sagrados denominados calpulteteo a quienes los habitantes de los altepeme y de los calpultin de la chinampatlalli, debían la vida, la salud y la capacidad reproductiva (Alfredo López Austin 1973: 78). Tal es el caso de Opochtli que dio el arpón de tres puntas, los remos y las redes a los atlaca o pescadores. Nappatecuhtli inventó el arte de hacer petates, cestos e icpallis y era preservador de lo que vive en el agua, este numen era patrono de Chalco. Atlahua y Amimitl deidades del agua y la cacería de patos eran dioses patronos de Cuitláhuac, hoy Tláhuac.
La deidad tutelar de Culhuacan era Cihuacoatl-Quilaztli y también Cintéotl (HMP: 40), la custodia de estos dioses era necesaria para favorecer el crecimiento del maíz y de los múltiples quelites que crecían en las chinampas. (Velasco 2008: 19). Varios de estos númenes conformaban parte del complejo de Tlaloc y Chalchiuhtlicue, dioses del agua y la fecundidad.
El vínculo con los seres divinos que protegían al calpulli, al altépetl y al medio natural en donde se efectuaban las labores era de reciprocidad, ya que eran concebidos “como seres participantes en el proceso de intercambio” (Alfredo López Austin op. cit.: 82), los hombres obtenían cosechas, animales y salud a cambio de sangre, corazones, copal, fuego, codornices, etcétera . Esta correspondencia también era practicada entre los hombres cuando intercambiaban diversos productos y cuando se hacían trabajos en común realizados para el calpulli o para el obligatorio pago del tributo y otras actividades ordenadas por el tecuhtli o el hueytlahtoani.
Durante el periodo colonial se experimentaron grandes cambios en la Cuenca, al fundarse la ciudad de México, pero la parte productiva de la región chinampera se mantuvo durante un largo tiempo con algunos cambios. Los antiguos oficios relacionados con la producción lacustre y las chinampas persistieron debido a que esta región permaneció, como en el período prehispánico en su papel de proveedora de productos alimenticios para la cercana urbe. Un cambio significativo fue que la relación simbólica con los númenes de la naturaleza que se personificó en las imágenes de santos, vírgenes y cristos, debido al entrecruzamiento de las creencias precolombinas y la religión católica. El antiguo ciclo ritual que estaba vinculado a la producción de diversos recursos naturales y sobre todo al maíz, se adaptó al cristiano pero manteniendo gran parte de las viejas creencias a pesar de las múltiples denuncias de los eclesiásticos.
El pueblo de Culhuacan para 1577 (RG 7:25) pertenecía al corregimiento de Mexicaltzingo, que había sido organizado por los españoles en base a los antiguos Nauhtecuhtin, pueblos de tradición culhua-tolteca que formaron parte del imperio mexica.
Sobre los ejes del nuevo trazo del pueblo, según la pintura de Pedro de San Agustín (Ibid: 30), se muestran 16 barrios sujetos, algunos templos entre ellos el de San Juan Evangelista, así como el molino de papel y las vías de comunicación fluvial y terrestre. Para finales del siglo XVI en otro mapa antiguo aparece la Hacienda de La Estrella, la más antigua de la región, pionera en la introducción de cultivos europeos y la crianza de ganado. También esta representado el Colegio-Convento de San Juan Evangelista fundado por los agustinos (1552-1569).
En el siglo XVIII el territorio de Culhuacan sufre profundas transformaciones, el proceso de desecación de los lagos es cada vez más evidente en el sur de la Cuenca, por lo que en los antiguos lechos lacustres aparecen haciendas y ranchos, que obtuvieron tierras y aguas por compra o despojo de la propiedad comunal de Culhuacan y otros pueblos aledaños.
Los habitantes de Culhuacan fueron empleados como peones en el trabajo agrícola de cultivos europeos y el cuidado del ganado. La región se convirtió también en proveedora de plantas acuáticas usadas como forraje y de salitre para la fabricación de pólvora.
En los albores del siglo XIX la ciudad de México quedaba enmarcada todavía por los límites de la ciudad colonial, su crecimiento parecía lento al igual que el de los pueblos cercanos. En Culhuacan el patrón de asentamiento era disperso, destaca la hacienda de San Antonio Coapa, una de las más importantes de la región, que para finales del siglo XIX contaba con 1479 hectáreas, terreno que rodeaba al pueblo de Culhuacan y sus barrios (Montaño:119). Otras haciendas que dieron empleo como jornaleros y peones a los pobladores de Culhuacan fueron La Soledad y San Nicolás.
A principios del siglo XX México enfrenta un movimiento social muy importante: la Revolución Mexicana. La lucha por la tierra fue una de sus características fundamentales, la Ley de la Reforma Agraria de 1915 condujo a la expropiación de la tierra de los hacendados y a la formación de ejidos. La mayoría de las tierras dotadas a Culhuacan provenían de la hacienda de Coapa, pero nunca fueron suficientes para sus habitantes, a pesar de las peticiones que se hicieron (Montaño: 80).
La festividad de la Santísima Trinidad y de Corpus Cristi
La festividad religiosa mas importante para el pueblo de Culhuacan es la de la semana en que se festeja a La Santísima Trinidad y Corpus Christi, en ella se venera al Señor del Calvario, imagen hecha de caña, de tamaño natural de color negro, al que se le tiene una gran devoción en todo el pueblo y en otros lugares del sur de la cuenca de México. Los festejos se desarrollan en el templo de El Calvario durante esta semana participan los 11 barrios. A cada barrio le corresponde un día de fiesta.
La celebración comienza el sábado con la víspera y la llegada de los peregrinos del barrio de Xaltocan de Xochimilco, acompañados de una cuadrilla de chinelos, un mariachi y un grupo de chirimiteros.
El domingo se venera a La Santísima Trinidad, los barrios encargados de abrir la fiesta son: San Francisco, Santa María Magdalena, San Juan Bautista y Santa Ana. El lunes le corresponde al pueblo de Los Reyes, el martes a Culhuacán por lo que también se denomina “martes de canteros”, el miércoles toca festejar a todos los mayordomos que durante ese año llevan el cargo de La Mayordomía del Señor del Calvario que reúne a todos los barrios de Culhuacan.
El jueves, día fundamental de la semana festiva, corresponde a la mayordomía de Corpus Christi. Una parte fundamental de esta fiesta es la colocación de las “capillas posas” , en donde se muestra la creatividad de quienes las hacen. El viernes le toca el turno al barrio de San Antonio, el sábado a los barrios de San José Tula y San Simón, finalmente el domingo le corresponde cerrar la fiesta a los barrios de Santa María y San Andrés Tomatlán.
Los cargos constituyen el sustento de esta celebración. La mayordomía principal de cada día de fiesta es la encargada de organizarla. Durante un año realiza una colecta de dinero casa por casa, acompañada de una “Mandita” , sin embargo, el gasto mayor le corresponde al mayordomo con el apoyo de sus familiares.
Otras mayordomías cumplen funciones específicas para la relevancia de la festividad y estás son la de la misa, la salva, la música, la cera, el castillo, entre otras.
Una de las formas de participación comunitaria y de trabajo recíproco más notorias durante esta festividad es la preparación de la comida ritual. En la mañana muy temprano se reúne en la casa de cada mayordomo más de un centenar de personas para participar en la elaboración de tamales, mole, arroz y otros guisados. Los tamales como en la época prehispánica ocupan una parte importante en la comida ritual, por lo que su preparación es significativa. En ella se observa una serie de prácticas tradicionales resguardadas por algunos especialistas, que conservan el conocimiento técnico y simbólico de su elaboración.
Todos los participantes al inicio de la jornada, hombres y mujeres reciben un mandil o una camiseta y otros aditamentos para identificarlos como parte de la mayordomía. También se les invita café o atole y pan, mas tarde se les convida a almorzar.
Como se preparan cientos de tamales existe una división del trabajo: remojar y preparar las hojas, la masa, la carne, el mole y otros ingredientes así como el fuego y los enormes recipientes, envolver los tamales y colocarlos adecuadamente. Aun cuando la gran mayoría de los mayordomos adquieren la masa preparada para los tamales en los molinos, algunos pocos se enorgullecen de amasarlos siguiendo la vieja tradición. Las ayudadoras se distribuyen en diversas mesas para iniciar la jornada de trabajo y cuando finaliza cada una la cantidad de masa que se les ha asignado para la preparación de los tamales, ellas mismas se aplauden y se echan porras.
Para realizar cada una de estas actividades se requiere una cierta habilidad y destreza y así como la ayuda del Señor del Calvario a través de la mandita que preside el espacio y el trabajo. El éxito de la empresa depende del cumplimiento de un ritual que abarca una serie de pasos: en el fondo de la olla se colocan agua y unas monedas para que bailen en el hervor y que son recolectadas entre los participantes, posteriormente se pone una cama de hojas de maíz y un tamal hecho de venas de chile, cuidadosamente se colocan diversas capas de tamales formando una flor y colocando un gran tamal “tamalate” que será para quienes se hicieron cargo de el proceso de cocimiento de los tamales. Finalmente para que estén contentos la olla y los tamales se derrama tequila o cerveza en el cazo, se reza y se le colocan en las asas unos “aretes” y un collar de hojas de maíz , se acompaña el cocimiento y la elaboración con música. También para que no se enojen se golpea con un palo o una servilleta el cazo y hasta se llega a bailar cuando se duda del cocimiento de los tamales.
Cuando los tamales del primer cazo se cuecen se echa un cuete para avisarles a las otras mayordomías que ya está el primer cazo de tamales listo. Las ayudadoras reciben la primera prueba del tamal para dar su aprobación.
Al terminar la jornada todas las ayudadoras reciben de “la mayora” un itacate consistente en tamales, arroz o sopa y un guisado
La religiosidad del pueblo de Culhuacan
Es importante resaltar que la base de la estructura corporativa que regía en el calpulli, se mantuvo parcialmente al tener que organizarse para el pago de tributo y el servicio a los santos; esta organización se conservó por un largo tiempo debido a que en ella se conjugó la tradición mesoamericana con la novohispana por lo que el trabajo colectivo preponderó al crearse las cofradías vinculadas a una síntesis de personajes divinos que se reinterpretaron y refuncionalizaron. Con el paso de los siglos, surgen nuevas mayordomías, sistemas de cargos, fiscalías y asociaciones. Para dar realce a la fiesta, al santo y a la comunidad misma, se organizan en diferentes trabajos colectivos y de cooperación voluntaria.
El sentido comunitario del que participan los pobladores de Culhuacan en las celebraciones festivas se mantiene como una forma de unión e identidad aún cuando han perdido una parte importante de su territorio, el uso de la lengua náhuatl y la mayoría de sus formas de vida tradicionales.
Hoy en día la esencia del pueblo está sustentada en el Señor del Calvario. Su fiesta más importante, como se ha mencionado, es toda la semana en que se festeja a la Santísima Trinidad y Corpus Christi, en ella se refuerza el sentido comunitario a través del trabajo y la participación colectiva. Se podría pensar que es un proceso de larga duración que se gesta en la organización colectiva del calpulli, que no pudo ser totalmente borrado por el sistema colonial, sino que se reforzó en la república de indios con el trabajo comunal y al asociarse en la lucha ante españoles y criollos por defensa de tierras, aguas, pastos, montes o ciertas tradiciones simbólicas. Las transformaciones que se dieron en los siglos XIX y XX con la ley nacional de desamortización de bienes corporativos (1856) que dispuso de la privatización de tierras comunales y municipales, a la que las haciendas circundantes debieron su mayor crecimiento, tampoco lograron destruir la asociación comunitaria para el trabajo, que canalizaron, a falta de lagos, chinampas, tierras o canteras, al festejo religioso de los santos, que sigue siendo una importante característica de los pueblos originarios.
El Santo Patrono simboliza lo colectivo, le da sentido a las acciones rituales del pueblo a nivel sagrado, son parte de un complejo sistema ritual que se lleva a cabo en honor al santo, éste siempre está en primer lugar, se le traslada al lugar de honor, es el primero al que se le da de comer, se le dan ofrendas, a él se le reza para que todas las actividades colectivas que se realizan a lo largo de la fiesta salgan con bien: la misa, las procesiones, las salvas, la música, los adornos florales y especialmente la comida, los tamales, el banquete comunitario, así como el cambio de mayordomía.
La festividad por lo tanto está sustentada en el trabajo comunitario, es un trabajo que se da con desprendimiento, no se busca un beneficio personal desde un punto de vista mercantil o monetario. Los pobladores han sido educados desde pequeños con este sentido de la vida.
Su forma de relacionarse con el mundo tiene un carácter colectivo y recíproco. La reciprocidad en primer término es hacia la divinidad, al Señor del Calvario por todo lo que les ha dado en la vida, también existe una reciprocidad con los otros mayordomos que ya han ejercido el cargo, con los que se establece un parentesco ritual, todos se convierten en compadres.
La identidad con el santo, con la comunidad, con los compadres es fuerte, pues aunque ya no se viva en Culhuacan existe la necesidad de incorporarse al ritual, a la fiesta del santo, intervenir en la preparación de la comida o fungir como mayordomo. También se participa de lejos a través de los videos que se envían a los familiares o en la página web del “Grupo Culhuacan”: http//pueblodeculhuacan.blogspot.com
Reflexiones Finales
Culhuacan como los otros pueblos de la chinampatlalli regula su vida en torno a un ciclo anual de celebraciones rituales con reminiscencias prehispánicas y de su reciente pasado campesino y ganadero. Así en este pueblo santos, templos y mayordomos, participan de las relaciones sociales que se establecen al interior de la comunidad a partir de las múltiples fiestas organizadas por sus 11 barrios, en donde la celebración de los respectivos santos patronales permite a cada uno y al centro del pueblo, (su corazón diría Alfredo López Austin) su reproducción social y cultural. El conjunto de ceremonias más importantes por su fastuosidad y por la contienda que establecen todos los barrios es la gran celebración dedicada a su santo patrono el Señor del Calvario durante la semana de la Santísima Trinidad y Corpus Christi.
El poder que ejercen los mayordomos está sustentado en el servicio a la comunidad, en el cumplimiento adecuado de su responsabilidad, en su papel de intermediarios entre la comunidad y la divinidad, ya que los sacerdotes de la iglesia católica participan de manera accesoria.
En la reciprocidad se crean alianzas entre santos y hombres, surgen compromisos denominados: intercambio, promesas, correspondencia o circulación de santos. Los santos además de permitir la reproducción de la sociedad, la cohesionan.
El hombre en la concepción del catolicismo oficial esta eternamente endeudado, cualquier noción de cohesión u obligación de la divinidad con el hombre no existe. Por el contrario, en los pueblos campesinos de origen indígena es común encontrar la concepción de reciprocidad con lo divino, una reciprocidad semejante a la existente en sus relaciones sociales al interior del pueblo.
Como señala Luis Villoro (:26) “La comunidad tiene como fundamento el servicio, no el cálculo del propio beneficio. Cada quien tiene la obligación de prestar una contribución al bien común. El servicio ha de ser recíproco: nadie está dispensado de él, pues es el signo de pertenencia a la comunidad. Un servicio puede ser impuesto o aceptado libremente. En el primer caso se transforma en servidumbre, y la comunidad, en opresión. Pero cuando el servicio es asumido con libertad, como un don, permite la realización de sí mismo a un nivel superior”.
Conclusiones
Los nativos del pueblo de Culhuacan se reivindican como pueblo originario poseedor de un riquísimo patrimonio cultural sustento de su memoria histórica, su identidad, su sentido comunitario y colectivo.
Están en pie de lucha ante las últimas agresiones de las que han sido objeto por parte del Gobierno del D.F. por la construcción de la línea 12 del metro. Exigen su derecho de ser tomados en cuenta antes de llevar a cabo obras públicas que afectan el poco territorio que han logrado conservar.
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A pesar del crecimiento urbano anárquico que ha sufrido este territorio, Culhuacan ha logrado mantener su organización tradicional conformada por 11 barrios: San Juan Evangelista Culhuacan que constituía la antigua cabecera colonial, Los Reyes uno de los barrios más antiguos que hoy es considerado pueblo por muchos de sus habitantes, San Antonio, San Simón, Santa María, San Andrés Tomatlán y San José Tula que se encuentran en la Delegación Iztapalapa así como los barrios de La Magdalena, San Juan Bautista, Santa Ana y San Francisco, que al ser seccionado el pueblo por la demarcación quedando divididos por el Canal Nacional, estos últimos se localizan en la Delegación Coyoacan. Los límites espaciales de estos barrios se construyen y reconstruyen a través de las procesiones dedicadas al santo patrono del pueblo, que llenan de sentido ritual y simbólico estos espacios físicos.
Culhuacan y sus 11 barrios constituyen un pueblo originario cuya identidad cultural se asienta en su raigambre mesoamericana. Este pueblo desde épocas remotas constituyó un importante asentamiento histórico como lo prueban los vestigios arqueológicos que se han logrado conservar, así como el testimonio de los códices, la cartografía histórica y diversos documentos en náhuatl y en español.
Su toponimia de origen náhuatl significa “lugar torcido o encorvado” y hace referencia a la antigua forma curva del cerro, a su significado como lugar de los ancestros y al glifo del Culhuatépetl, que es el topónimo del altépetl prehispánico. Su carácter de asentamiento antiguo se denota en su tejido urbano: traza, calles estrechas y serpenteantes que se adaptan a la topografía del Cerro de la Estrella, a las sinuosas orillas del lago de Xochimilco y a los antiguos canales, acequias y calzadas. Sus callejones suelen terminar en un gran solar, donde con el transcurso de los años se han construido las casas de familias extensas y donde suele haber ganado o animales de corral, incluso algún espacio dedicado a la horticultura y floricultura, remanentes de su pasado campesino-chinampero.
El centro representativo e integrador del pueblo de Culhuacan y sus once barrios es la antigua cabecera colonial conformada por la parroquia de San Juan Evangelista, en donde, a partir del dominio español se centraron las prácticas religiosas a las que posteriormente se añadieron las actividades comerciales y educativas. Sin embargo en la actualidad el verdadero núcleo de la vida religiosa, social y política es el templo del Señor del Calvario que se encuentra en la plaza Leona Vicario y sus calles aledañas, la escuela y el Convento Agustino convertido en museo comunitario
Sus habitantes se autoidentifican como “gente nativa”, que comparten una historia común a veces muy antigua y otras más reciente y que, entre otras cosas alude a su antigua forma de vida de campesinos, canteros, pescadores, cazadores de patos, chinamperos y salineros que a partir de la colonia complementaron con faenas de pastores, peones y caporales vinculados al cuidado del ganado.
Los descendientes de los antiguos pobladores de Culhuacan mantienen una fuerte liga comunitaria y una continua relación con sus ancestros a través de sus tradiciones, memoria histórica , sus panteones y ofrendas en las festividades de Todos Santos y Fieles Difuntos. Esta identidad cultural y comunal constituye uno de los elementos esenciales en los que se asienta su resistencia y son los argumentos más sólidos en los litigios actuales por la defensa de su pueblo.
Otro de los rasgos culturales más importantes de este pueblo originario lo conforma las expresiones religiosas de carácter colectivo con las que se celebra al Señor del Calvario, el verdadero santo patrón de Culhuacan y sus barrios, así como las otras festividades articuladas a otros ciclos rituales y conmemoraciones. El pueblo de Culhuacan cuenta con un complejo calendario festivo que se lleva a cabo gracias a las múltiples organizaciones comunitarias que existen, como el sistema de cargos, mayordomías o asociaciones que les permiten cumplir el compromiso con el santo, la familia y la comunidad, como opina Andrés Medina (:20) son ceremoniales que “establecen los ámbitos simbólicos donde se mantienen y reproducen las identidades comunitarias, la memoria histórica misma, los mitos y las tradiciones” así como también la territorialidad del pueblo.
Culhuacan en la historia
Durante el periodo posclásico, poco antes de la llegada de los españoles, los pueblos que habitaban la Cuenca de México contaban con una larga y antigua historia de migraciones, adaptación al medio ambiente, así como múltiples guerras y alianzas por el predominio y la hegemonía sobre el territorio. Distintos grupos étnicos de diferentes tradiciones culturales fundaron sus pueblos y ciudades en la fértil región suroriental de la Cuenca antiguamente denominada chinampatlalli o tierras de chinampas.
La chinampatlalli prosperó en los lagos de Xochimilco y Chalco que eran de agua dulce o menos salobre ya que eran alimentados por abundantes manantiales provenientes, muchos de ellos, de los montes aledaños. En las chinampas como se sabe, se desarrolló uno de los sistemas productivos agrícolas más eficientes que ha existido.
Los pueblos chinampaneca que refieren las fuentes (Sahagún III:1217) fueron Xochimilco, Cuitláhuac, Huitzilopochco, Itztapalapan, Mexicaltzinco, Mizquic, Chalco y por supuesto Culhuacan.
La elevada productividad que alcanzaron las chinampas de esta región se debió principalmente a que en los siglos XV y XVI se construyó un complejo sistema de regulación hidráulica, bajo la dirección y organización del grupo hegemónico mexica, aprovechando la fuerza de trabajo de los pueblos aledaños. Gracias a estas obras se logró que el nivel lacustre de la región fuera más estable (Ávila: 283), y que estas islas artificiales no sufrieran inundaciones o desecamientos; asimismo este sistema permitió controlar la salinidad de las aguas.
Los chinampaneca por lo tanto conformaron una particular forma de vida basada en la explotación de los recursos lacustres que les sirvieron para la formación de diversas actividades especializadas, como la agricultura de chinampas, la caza, pesca y recolección de fauna y flora acuática, la elaboración de sal y la manufactura artesanal; producción que era utilizada para su manutención, intercambio y pago del tributo.
El medio natural, la organización social basada en la agricultura chinampera y las numerosas actividades lacustres, se manifestaron en la cosmovisión de los atlaca u hombres del agua, como eran denominados los pescadores y los chinampaneca; su sistema de creencias estaba constituido por una profusión de seres sagrados denominados calpulteteo a quienes los habitantes de los altepeme y de los calpultin de la chinampatlalli, debían la vida, la salud y la capacidad reproductiva (Alfredo López Austin 1973: 78). Tal es el caso de Opochtli que dio el arpón de tres puntas, los remos y las redes a los atlaca o pescadores. Nappatecuhtli inventó el arte de hacer petates, cestos e icpallis y era preservador de lo que vive en el agua, este numen era patrono de Chalco. Atlahua y Amimitl deidades del agua y la cacería de patos eran dioses patronos de Cuitláhuac, hoy Tláhuac.
La deidad tutelar de Culhuacan era Cihuacoatl-Quilaztli y también Cintéotl (HMP: 40), la custodia de estos dioses era necesaria para favorecer el crecimiento del maíz y de los múltiples quelites que crecían en las chinampas. (Velasco 2008: 19). Varios de estos númenes conformaban parte del complejo de Tlaloc y Chalchiuhtlicue, dioses del agua y la fecundidad.
El vínculo con los seres divinos que protegían al calpulli, al altépetl y al medio natural en donde se efectuaban las labores era de reciprocidad, ya que eran concebidos “como seres participantes en el proceso de intercambio” (Alfredo López Austin op. cit.: 82), los hombres obtenían cosechas, animales y salud a cambio de sangre, corazones, copal, fuego, codornices, etcétera . Esta correspondencia también era practicada entre los hombres cuando intercambiaban diversos productos y cuando se hacían trabajos en común realizados para el calpulli o para el obligatorio pago del tributo y otras actividades ordenadas por el tecuhtli o el hueytlahtoani.
Durante el periodo colonial se experimentaron grandes cambios en la Cuenca, al fundarse la ciudad de México, pero la parte productiva de la región chinampera se mantuvo durante un largo tiempo con algunos cambios. Los antiguos oficios relacionados con la producción lacustre y las chinampas persistieron debido a que esta región permaneció, como en el período prehispánico en su papel de proveedora de productos alimenticios para la cercana urbe. Un cambio significativo fue que la relación simbólica con los númenes de la naturaleza que se personificó en las imágenes de santos, vírgenes y cristos, debido al entrecruzamiento de las creencias precolombinas y la religión católica. El antiguo ciclo ritual que estaba vinculado a la producción de diversos recursos naturales y sobre todo al maíz, se adaptó al cristiano pero manteniendo gran parte de las viejas creencias a pesar de las múltiples denuncias de los eclesiásticos.
El pueblo de Culhuacan para 1577 (RG 7:25) pertenecía al corregimiento de Mexicaltzingo, que había sido organizado por los españoles en base a los antiguos Nauhtecuhtin, pueblos de tradición culhua-tolteca que formaron parte del imperio mexica.
Sobre los ejes del nuevo trazo del pueblo, según la pintura de Pedro de San Agustín (Ibid: 30), se muestran 16 barrios sujetos, algunos templos entre ellos el de San Juan Evangelista, así como el molino de papel y las vías de comunicación fluvial y terrestre. Para finales del siglo XVI en otro mapa antiguo aparece la Hacienda de La Estrella, la más antigua de la región, pionera en la introducción de cultivos europeos y la crianza de ganado. También esta representado el Colegio-Convento de San Juan Evangelista fundado por los agustinos (1552-1569).
En el siglo XVIII el territorio de Culhuacan sufre profundas transformaciones, el proceso de desecación de los lagos es cada vez más evidente en el sur de la Cuenca, por lo que en los antiguos lechos lacustres aparecen haciendas y ranchos, que obtuvieron tierras y aguas por compra o despojo de la propiedad comunal de Culhuacan y otros pueblos aledaños.
Los habitantes de Culhuacan fueron empleados como peones en el trabajo agrícola de cultivos europeos y el cuidado del ganado. La región se convirtió también en proveedora de plantas acuáticas usadas como forraje y de salitre para la fabricación de pólvora.
En los albores del siglo XIX la ciudad de México quedaba enmarcada todavía por los límites de la ciudad colonial, su crecimiento parecía lento al igual que el de los pueblos cercanos. En Culhuacan el patrón de asentamiento era disperso, destaca la hacienda de San Antonio Coapa, una de las más importantes de la región, que para finales del siglo XIX contaba con 1479 hectáreas, terreno que rodeaba al pueblo de Culhuacan y sus barrios (Montaño:119). Otras haciendas que dieron empleo como jornaleros y peones a los pobladores de Culhuacan fueron La Soledad y San Nicolás.
A principios del siglo XX México enfrenta un movimiento social muy importante: la Revolución Mexicana. La lucha por la tierra fue una de sus características fundamentales, la Ley de la Reforma Agraria de 1915 condujo a la expropiación de la tierra de los hacendados y a la formación de ejidos. La mayoría de las tierras dotadas a Culhuacan provenían de la hacienda de Coapa, pero nunca fueron suficientes para sus habitantes, a pesar de las peticiones que se hicieron (Montaño: 80).
La festividad de la Santísima Trinidad y de Corpus Cristi
La festividad religiosa mas importante para el pueblo de Culhuacan es la de la semana en que se festeja a La Santísima Trinidad y Corpus Christi, en ella se venera al Señor del Calvario, imagen hecha de caña, de tamaño natural de color negro, al que se le tiene una gran devoción en todo el pueblo y en otros lugares del sur de la cuenca de México. Los festejos se desarrollan en el templo de El Calvario durante esta semana participan los 11 barrios. A cada barrio le corresponde un día de fiesta.
La celebración comienza el sábado con la víspera y la llegada de los peregrinos del barrio de Xaltocan de Xochimilco, acompañados de una cuadrilla de chinelos, un mariachi y un grupo de chirimiteros.
El domingo se venera a La Santísima Trinidad, los barrios encargados de abrir la fiesta son: San Francisco, Santa María Magdalena, San Juan Bautista y Santa Ana. El lunes le corresponde al pueblo de Los Reyes, el martes a Culhuacán por lo que también se denomina “martes de canteros”, el miércoles toca festejar a todos los mayordomos que durante ese año llevan el cargo de La Mayordomía del Señor del Calvario que reúne a todos los barrios de Culhuacan.
El jueves, día fundamental de la semana festiva, corresponde a la mayordomía de Corpus Christi. Una parte fundamental de esta fiesta es la colocación de las “capillas posas” , en donde se muestra la creatividad de quienes las hacen. El viernes le toca el turno al barrio de San Antonio, el sábado a los barrios de San José Tula y San Simón, finalmente el domingo le corresponde cerrar la fiesta a los barrios de Santa María y San Andrés Tomatlán.
Los cargos constituyen el sustento de esta celebración. La mayordomía principal de cada día de fiesta es la encargada de organizarla. Durante un año realiza una colecta de dinero casa por casa, acompañada de una “Mandita” , sin embargo, el gasto mayor le corresponde al mayordomo con el apoyo de sus familiares.
Otras mayordomías cumplen funciones específicas para la relevancia de la festividad y estás son la de la misa, la salva, la música, la cera, el castillo, entre otras.
Una de las formas de participación comunitaria y de trabajo recíproco más notorias durante esta festividad es la preparación de la comida ritual. En la mañana muy temprano se reúne en la casa de cada mayordomo más de un centenar de personas para participar en la elaboración de tamales, mole, arroz y otros guisados. Los tamales como en la época prehispánica ocupan una parte importante en la comida ritual, por lo que su preparación es significativa. En ella se observa una serie de prácticas tradicionales resguardadas por algunos especialistas, que conservan el conocimiento técnico y simbólico de su elaboración.
Todos los participantes al inicio de la jornada, hombres y mujeres reciben un mandil o una camiseta y otros aditamentos para identificarlos como parte de la mayordomía. También se les invita café o atole y pan, mas tarde se les convida a almorzar.
Como se preparan cientos de tamales existe una división del trabajo: remojar y preparar las hojas, la masa, la carne, el mole y otros ingredientes así como el fuego y los enormes recipientes, envolver los tamales y colocarlos adecuadamente. Aun cuando la gran mayoría de los mayordomos adquieren la masa preparada para los tamales en los molinos, algunos pocos se enorgullecen de amasarlos siguiendo la vieja tradición. Las ayudadoras se distribuyen en diversas mesas para iniciar la jornada de trabajo y cuando finaliza cada una la cantidad de masa que se les ha asignado para la preparación de los tamales, ellas mismas se aplauden y se echan porras.
Para realizar cada una de estas actividades se requiere una cierta habilidad y destreza y así como la ayuda del Señor del Calvario a través de la mandita que preside el espacio y el trabajo. El éxito de la empresa depende del cumplimiento de un ritual que abarca una serie de pasos: en el fondo de la olla se colocan agua y unas monedas para que bailen en el hervor y que son recolectadas entre los participantes, posteriormente se pone una cama de hojas de maíz y un tamal hecho de venas de chile, cuidadosamente se colocan diversas capas de tamales formando una flor y colocando un gran tamal “tamalate” que será para quienes se hicieron cargo de el proceso de cocimiento de los tamales. Finalmente para que estén contentos la olla y los tamales se derrama tequila o cerveza en el cazo, se reza y se le colocan en las asas unos “aretes” y un collar de hojas de maíz , se acompaña el cocimiento y la elaboración con música. También para que no se enojen se golpea con un palo o una servilleta el cazo y hasta se llega a bailar cuando se duda del cocimiento de los tamales.
Cuando los tamales del primer cazo se cuecen se echa un cuete para avisarles a las otras mayordomías que ya está el primer cazo de tamales listo. Las ayudadoras reciben la primera prueba del tamal para dar su aprobación.
Al terminar la jornada todas las ayudadoras reciben de “la mayora” un itacate consistente en tamales, arroz o sopa y un guisado
La religiosidad del pueblo de Culhuacan
Es importante resaltar que la base de la estructura corporativa que regía en el calpulli, se mantuvo parcialmente al tener que organizarse para el pago de tributo y el servicio a los santos; esta organización se conservó por un largo tiempo debido a que en ella se conjugó la tradición mesoamericana con la novohispana por lo que el trabajo colectivo preponderó al crearse las cofradías vinculadas a una síntesis de personajes divinos que se reinterpretaron y refuncionalizaron. Con el paso de los siglos, surgen nuevas mayordomías, sistemas de cargos, fiscalías y asociaciones. Para dar realce a la fiesta, al santo y a la comunidad misma, se organizan en diferentes trabajos colectivos y de cooperación voluntaria.
El sentido comunitario del que participan los pobladores de Culhuacan en las celebraciones festivas se mantiene como una forma de unión e identidad aún cuando han perdido una parte importante de su territorio, el uso de la lengua náhuatl y la mayoría de sus formas de vida tradicionales.
Hoy en día la esencia del pueblo está sustentada en el Señor del Calvario. Su fiesta más importante, como se ha mencionado, es toda la semana en que se festeja a la Santísima Trinidad y Corpus Christi, en ella se refuerza el sentido comunitario a través del trabajo y la participación colectiva. Se podría pensar que es un proceso de larga duración que se gesta en la organización colectiva del calpulli, que no pudo ser totalmente borrado por el sistema colonial, sino que se reforzó en la república de indios con el trabajo comunal y al asociarse en la lucha ante españoles y criollos por defensa de tierras, aguas, pastos, montes o ciertas tradiciones simbólicas. Las transformaciones que se dieron en los siglos XIX y XX con la ley nacional de desamortización de bienes corporativos (1856) que dispuso de la privatización de tierras comunales y municipales, a la que las haciendas circundantes debieron su mayor crecimiento, tampoco lograron destruir la asociación comunitaria para el trabajo, que canalizaron, a falta de lagos, chinampas, tierras o canteras, al festejo religioso de los santos, que sigue siendo una importante característica de los pueblos originarios.
El Santo Patrono simboliza lo colectivo, le da sentido a las acciones rituales del pueblo a nivel sagrado, son parte de un complejo sistema ritual que se lleva a cabo en honor al santo, éste siempre está en primer lugar, se le traslada al lugar de honor, es el primero al que se le da de comer, se le dan ofrendas, a él se le reza para que todas las actividades colectivas que se realizan a lo largo de la fiesta salgan con bien: la misa, las procesiones, las salvas, la música, los adornos florales y especialmente la comida, los tamales, el banquete comunitario, así como el cambio de mayordomía.
La festividad por lo tanto está sustentada en el trabajo comunitario, es un trabajo que se da con desprendimiento, no se busca un beneficio personal desde un punto de vista mercantil o monetario. Los pobladores han sido educados desde pequeños con este sentido de la vida.
Su forma de relacionarse con el mundo tiene un carácter colectivo y recíproco. La reciprocidad en primer término es hacia la divinidad, al Señor del Calvario por todo lo que les ha dado en la vida, también existe una reciprocidad con los otros mayordomos que ya han ejercido el cargo, con los que se establece un parentesco ritual, todos se convierten en compadres.
La identidad con el santo, con la comunidad, con los compadres es fuerte, pues aunque ya no se viva en Culhuacan existe la necesidad de incorporarse al ritual, a la fiesta del santo, intervenir en la preparación de la comida o fungir como mayordomo. También se participa de lejos a través de los videos que se envían a los familiares o en la página web del “Grupo Culhuacan”: http//pueblodeculhuacan.blogspot.com
Reflexiones Finales
Culhuacan como los otros pueblos de la chinampatlalli regula su vida en torno a un ciclo anual de celebraciones rituales con reminiscencias prehispánicas y de su reciente pasado campesino y ganadero. Así en este pueblo santos, templos y mayordomos, participan de las relaciones sociales que se establecen al interior de la comunidad a partir de las múltiples fiestas organizadas por sus 11 barrios, en donde la celebración de los respectivos santos patronales permite a cada uno y al centro del pueblo, (su corazón diría Alfredo López Austin) su reproducción social y cultural. El conjunto de ceremonias más importantes por su fastuosidad y por la contienda que establecen todos los barrios es la gran celebración dedicada a su santo patrono el Señor del Calvario durante la semana de la Santísima Trinidad y Corpus Christi.
El poder que ejercen los mayordomos está sustentado en el servicio a la comunidad, en el cumplimiento adecuado de su responsabilidad, en su papel de intermediarios entre la comunidad y la divinidad, ya que los sacerdotes de la iglesia católica participan de manera accesoria.
En la reciprocidad se crean alianzas entre santos y hombres, surgen compromisos denominados: intercambio, promesas, correspondencia o circulación de santos. Los santos además de permitir la reproducción de la sociedad, la cohesionan.
El hombre en la concepción del catolicismo oficial esta eternamente endeudado, cualquier noción de cohesión u obligación de la divinidad con el hombre no existe. Por el contrario, en los pueblos campesinos de origen indígena es común encontrar la concepción de reciprocidad con lo divino, una reciprocidad semejante a la existente en sus relaciones sociales al interior del pueblo.
Como señala Luis Villoro (:26) “La comunidad tiene como fundamento el servicio, no el cálculo del propio beneficio. Cada quien tiene la obligación de prestar una contribución al bien común. El servicio ha de ser recíproco: nadie está dispensado de él, pues es el signo de pertenencia a la comunidad. Un servicio puede ser impuesto o aceptado libremente. En el primer caso se transforma en servidumbre, y la comunidad, en opresión. Pero cuando el servicio es asumido con libertad, como un don, permite la realización de sí mismo a un nivel superior”.
Conclusiones
Los nativos del pueblo de Culhuacan se reivindican como pueblo originario poseedor de un riquísimo patrimonio cultural sustento de su memoria histórica, su identidad, su sentido comunitario y colectivo.
Están en pie de lucha ante las últimas agresiones de las que han sido objeto por parte del Gobierno del D.F. por la construcción de la línea 12 del metro. Exigen su derecho de ser tomados en cuenta antes de llevar a cabo obras públicas que afectan el poco territorio que han logrado conservar.
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1 comentario:
simplemente un gran articulo
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