BIENVENIDOS

Esta es una página creada por la comunidad de los Once Barrios del Pueblo de Culhuacán, aquí podrás encontrar información histórica, fotografías y videos acerca de las tradiciones de nuestro pueblo.

Siendo un proyecto cultural comunitario, agradecemos a las personas que han donado trabajos para la realización de este espacio.

De igual forma invitamos a los habitantes de Culhuacán a participar en este proyecto con el fin de difundir la cultura de nuestra comunidad, que es una de las regiones más antiguas del Valle de México.

Grupo Cultural Culhuacán
Atentamente

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GALERIA FOTOGRÁFICA SANTÍSIMA TRINIDAD 2011


jueves, 30 de octubre de 2008

Algunos relatos contados en Culhuacán

La Viejita

Dicen que en la fábrica colorprint, que está ubicada entre las calles de Arroz y el Antiguo camino a Culhuacán, asusta una viejita. Dicen que una vez llegó un hombre a trabajar en el tercer turno, entró a las diez de la noche y a las doce fue a tirar la basura hasta el fondo de la fábrica que se encuentra junto al viejo camino. Allí oyó a una viejita que lo llamaba con insistencia, y ya no regresó ni a cobrar su sueldo. Al enterarnos de esto nos echamos a reír. Sin embargo, desde entonces varios han visto a la viejita caminar de madrugada por este camino, acurrucada en su chal y desaparecer entre la oscuridad.

La olla de centenarios

Antes se acostumbraba guardar el dinero en ollitas de barro, entre los agujeros de las paredes de adobe en las casas, o enterrados ¨abajo¨ del petate. En la Revolución, a mucha gente no le dio tiempo de avisar donde guardo su dinero, o simplemente pensando en regresar por él, no dijeron nada. Al morir, sus almas andaban penando queriendo recuperar sus centavitos, monedas de plata o centenarios, por eso se aparecen y nadie entiende que quieren.

Fue el caso del señor Tomás Hernández, quien una vez al estar descansando, escuchó el llanto de un niño en su mera barda. Se asomó, buscó y no encontró nada. El tenía la creencia de que era un aviso que había dinero enterrado, y así con el pretexto de construir una casa, empezó a rascar y encontró una olla llena de centenarios. Solo que al encontrarla murió asfixiado por el olor de los metales: su hermana, la señora Evodia, fue quien disfrutó del gran hallazgo.

Las Brujas

Allá en el cerro de la estrella, cuando los abuelos veían una bola de fuego, decían que era una bruja, y cuentan que por las noches estas entraban a las casas ¨a chupar a los niños¨. En el pueblo las señoras protegían a su familia poniendo en las ventanas las tijeras en cruz y en sus ropas seguros, también colocados en cruz. Caso verídico fue el del señor del pueblo que era leñador, quien al regresar a su casa no encontró a su mujer, y la sorpresa que se llevo al entrar a su cocina de humo, y ver junto al tecuitl (brasero improvisado de leña) unos pies.

Su sorpresa lo hizo echarlos al fuego, atizándolos hasta que quedarán hechos cenizas; decían que las señoras que se convertían en brujas se desprendían de sus pies para volar. Al día siguiente la mujer del leñador ya no tenía pies.

Actualmente se cuenta que ya no existen brujas, por lo menos en el pueblo, sin embargo hay quienes aun han visto rondar por el cerro aquellas bolas de fuego.

El muerto chillón

Yo tenía 18 años y repartíamos leche en la colonia 201, mi papá, mi hermano y yo. Un día se enfermaron mi papá y mi hermano, por ello, le pedimos de favor a un señor al que le decíamos ¨el carraco¨ que nos acompañara a repartir, pero ese señor era rezandero de difuntos. Nos pasó a avisar que fuéramos por el caballo y nos alcanzaba en el establo, Vivíamos en la calle de Juárez e íbamos por el caballo a la de Pino Suárez.

De camino hacía el establo mi mamá y yo, de pronto, escuchamos que ¨nos chilló el muerto¨. Fue una especie de quejido. Yo sabía que si se oía lejos estaba junto a nosotros y si se oía cerca, estaba lejos, y lo escuchamos lejos. Mi mamá y yo lo escuchamos y sin decir nada nos abrazamos y nos fuimos. Llegando al corral, el caballo empezó a ¨cocear¨, las gallinas se alborotaron y la familia se despertó.

La campana de la escuela

Desde siempre se ah sabido que en la Primaria Plan de San Luis, espantan, y la gente que vive a los alrededores pudo cerciorarse de lo que se decía: Una directora había muerto y andaba penando, y por eso se escuchaban sus gritos: ¨Niños a formarse¨, y sobre todo se escuchaba el repicar de la campana de la escuela, casi la mayoría de las noches. Las personas decían que una mujer que volaba, tocaba la campana.

Historias como esta siguen recorriendo las aulas de esta legendaria escuela, al igual que el alma en pena de quien alguna vez fue su directora.

Que hace y que dice la gente de los muertos

Para alejar a un alma en pena, se oficia una misa en su nombre, y su en la casa espantan, ésta se rocía con agua bendita. También se prenden veladoras cada mes para que el alma descanse en paz, además se le rezan sus rosarios.

Si falleció en la calle, se pone una cruz en el lugar de la desgracia. Si un cadáver queda ¨blandito¨, es decir, que ¨no está tieso¨, es que se va a morir otra persona de la familia ¨por que el muerto no se quiere ir solito¨. Los muertos también se despiden, tan pronto dejan el cuerpo humano, empiezan a despedirse yendo a rechinar las puertas, la cama o cualquier mueble. En ocasiones hasta la gente siente que la tocan o le hablan estando sola. Las curaciones de espanto son a las 12 del día en pleno rayo del sol, gritándole por su nombre a la persona enferma.

El chamuco


Yo tenía ocho años, mi hermana seis; hicimos nuestra primera comunión y como había ¨pachanga¨, nos mandaron a traer pulque a la pulquería ¨La Gloria¨. Para llegar teníamos que pasar por la escuela ¨Plan de San Luis¨ y atravesar un pequeño llano. En la esquina de Pino Suárez oímos que venía un caballo encarrerado y nos quedamos paradas. Le dije a mi hermanita ¨espérate, ahí viene el potro de mi tío Narciso¨. Al quedarnos parados ya no se escuchó nada, caminamos y otra vez oímos los trotes del caballo, entonces nos echamos a correr y del miedo ya no supimos de nosotras.

Cuando nos dimos cuenta, estábamos tiradas en un llanito para salir a la calle Francisco I Madero, llenas de basura y tierra; pero no soltamos ni el dinero ni el garrafón. Temblando del susto, nos fuimos abrazadas para la pulquería. El pulquero nos conocía, se llama Felipe Frías, y nos dijo: porque hasta estas horas mis hijitas, ¿no ven que ya es de noche? ¿Para qué andan viniendo? No le contestamos, nos salimos y le dije a mi hermanita ¨no nos vamos hasta que nos vengan a traer ¨.

Nos sentamos en la esquina de la calle Morelos y Cuitláhuac y no queríamos regresarnos. En eso, llegó José Perales, quien vivía a lado de nuestra casa y nos llevó. Al llegar, regaño a mi papá ¨para qué las mandan, si acaban de hacer la comunión, ustedes aquí tomando y ellas bien espantadas, no se querían venir¨; se quedo a tomar.

Le dijimos a mi mamá que nos espantó ¨el chamuco¨.

Aquí termina la presente narración sobre algunas de las leyendas que se cuentan en Los Reyes Culhuacán. Agradeciendo la participación de Gloria García Mosco del Barrio de Los Reyes y de los señores Antonio Mosco Sánchez y Edigio Mosco Rivera.

Recuerda que

Cuando el muerto chilla, es porque solo se siente,
Cuando la muerte aparece, es porque alguien viene
Cuando el chamuco relincha, divertirse quiere
Y si miedo tienes, que te agarren confesado.

La cueva del diablo

Cuenta la historia que en lo alto del Cerro de la Estrella existe una cueva donde vive el Diablo. Cuando una persona iba caminando sola por el cerro, se le aparecía un viejito, el cual era el diablo, este viejito, pedía al caminante que le ayudara a subir, y se dirigía hacia la cueva; cuando se iban acercando a la cueva el anciano hacía al acompañante, proposiciones de riqueza inagotable a cambio de su alma. Al llegar a la cueva, la insistencia se volvía seductora, casi imposible de ser rechazada. Algunos incautos, crédulos o codiciosos, se atrevían a entrar. Cuentan que dentro de la cueva, había un gran lago de maravillosas aguas azules donde nadaban y se bañaban unos patos majestuosos, los cuales comían, chilacaxtle que había en abundancia. Después del lago, al fondo de la cueva, se podían ver unas ollas de barro repletas de monedas de oro la luz que emitían las monedas fulguraba en la caverna y despertaba la codicia del más honesto de los hombres; tales monedas eran ofrecidas por el anciano a su presa. Los incautos visitantes que llegaban a tomar una sola moneda, se quedaban encantados dentro de la cueva pues habían vendido su alma al diablo y éste cobraba implacable su deuda; en cambio, si rechazaban el dinero, podían encontrar la salida de la cueva salvándose así, de los engaños del diablo.

Yo no podría afirmar todo esto porque no lo he visto, pues me he cuidado mucho de no encontrarme con el viejecillo. Todo lo sé porque lo platicaban mis abuelos y lo cierto es que durante años y años, se han perdido dentro de esa cueva muchas, muchas personas, especialmente niños, de los que nadie ha vuelto a saber nada.

Historia narrada por la señora María Guadalupe Jiménez de Serrano.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esas leyendas son ciertas, en mi casa sucede algo similar, en el jardín trasero y en la estancia, se cuenta que hay dinero enterrado, es una casa antiquísima y se acostumbraba en aquellos entonces.
Pero dicen que hay una maldición, que quien lo desentierra muere... por eso mis tios nunca se animaron a sacarlo jeje.