BIENVENIDOS

Esta es una página creada por la comunidad de los Once Barrios del Pueblo de Culhuacán, aquí podrás encontrar información histórica, fotografías y videos acerca de las tradiciones de nuestro pueblo.

Siendo un proyecto cultural comunitario, agradecemos a las personas que han donado trabajos para la realización de este espacio.

De igual forma invitamos a los habitantes de Culhuacán a participar en este proyecto con el fin de difundir la cultura de nuestra comunidad, que es una de las regiones más antiguas del Valle de México.

Grupo Cultural Culhuacán
Atentamente

Contacto: grupo_culhuacan@live.com.mx


GALERIA FOTOGRÁFICA SANTÍSIMA TRINIDAD 2011


viernes, 5 de agosto de 2011


ORIGEN


La idea de este grupo nace en 2007 ante la poca difusión y respeto que se ah generado hacia el Pueblo de Culhuacán en las últimas décadas, haciéndolo una región sumamente urbanizada que pocas personas reconocen, lo cual no es algo extraño ya que en un territorio lleno de avenidas y ejes viales quien se imaginaria que existe aún el sincretismo cultural de una región sumamente antigua e importante situada en el Distrito Federal.

Esta falta de información ah ocasionado que por ejemplo, sea reconocido como Culhuacán la zona que abarcan las unidades habitacionales de la CTM o el ESIME del Instituto Politécnico Nacional que se encuentra en nuestro territorio, pero de aquel legendario pueblo que fue de gran importancia en la época prehispánica nadie sabe nada.

Incluso nosotros como habitantes de Culhuacán desconocemos nuestro pasado histórico, el origen de nuestras tradiciones o incluso el número de nuestros barrios y la localización de cada uno de ellos. Por estas razones los miembros que conformamos el grupo tenemos la misión de difundir nuestro patrimonio histórico y cultural.


ORGANIZACIÓN DEL GRUPO

El grupo lo constituimos principalmente los jóvenes, con el fin de conocer más de nuestro entorno, historia y cultura. Esto se debe a que seremos los herederos de nuestra riqueza cultural y los responsables de conservarla transmitiéndola a las futuras generaciones.

El grupo lo integramos uno o varios representantes de la mayoría de los barrios y mediante la convivencia realizamos una serie de trabajos con la finalidad de promover el rescate histórico de nuestra comunidad.

Nuestros objetivos son:

• La unión de los Once Barrios de Culhuacán
• Difusión de nuestro patrimonio material e inmaterial
• Trabajar bajo la colaboración de otras asociaciones locales o de otros lugares
• Invitar a la comunidad a conocer, resguardar, participar y difundir nuestras tradiciones, usos y costumbres



SITUACIÓN ACTUAL

A cinco años de existencia nuestro proyecto empieza a crecer, por lo cual, esperamos poder realizar muchos más trabajos a favor de nuestra comunidad. De igual forma, esperamos seguir contando con el apoyo que nos han brindado varias personas y la integración de más jóvenes a nuestra agrupación.


ARCHIVO ACOLHUAS, APOYO Y DIFUSIÓN

Uno de los principios básicos de nuestra asociación es la interacción con otras personas, especialmente con aquellas que al igual que nosotros trabajan por el beneficio de nuestro pueblo. De esta forma a lo largo de estos años una serie de personas han apoyado nuestro trabajo y algunas otras se han unido a nosotros con la intención de interactuar en equipo.

Es así como de manera conjunta se encuentran trabajando otras personas que son parte de la comunidad y que además de apoyarnos y difundirnos, nos han abierto puertas para poder realizar variados proyectos.

Un importante resultado de esta forma de trabajo es el Archivo Acolhuas, en donde se encuentran registrados documentos y fotografías antiguas que se han rescatado de los archivos familiares de la comunidad. Dentro del archivo también se localiza el registro fotográfico de las fiestas patronales que se realizan en Culhuacán (actualizado cada año), libros de mayordomías y la selección de fotografías que se exponen en diferentes eventos dentro del pueblo.

Lo importante de Grupo Cultural Culhuacán es que todos nos sentimos orgullosos de formar parte de uno de los primeros asentamientos de la Cuenca del Valle de México, que trabajamos por la conservación de nuestro patrimonio tangible e intangible y sobre todo porque unidos podemos hacer más por este urbanizado pero histórico Pueblo de Culhuacán.

jueves, 4 de agosto de 2011

Los Reyes Culhuacán


Beatriz Ramírez González
Cronista de Iztapalapa


El pueblo de Los Reyes Culhuacán, en la Delegación Iztapalapa, festejó estos días su fiesta patronal; el programa de actividades nos informa que desde el día dos de enero llegó la imagen del Señor del Calvario, patrono de Culhuacán, al templo del pueblo. El jueves seis, día titular de la fiesta, sólo se hizo un recorrido por la tarde con los Santos Reyes, en el pueblo y en Ampliación Los Reyes. La fiesta se recorrió para el domingo nueve. Cuando eran campesinos, la fiesta era el mismo día, ahora que trabajan fuera deben recorrerlo a un día no laborable.

A las 11:45 del domingo ocho se citó a la gente en la Capilla de Jesús Resucitado para ir en procesión, con las mayordomías del pueblo, a la Parroquia de Los Reyes. La misa solemne fue a las 12:50. Para entonces ya estaba colocada una portada floral de más de diez metros de alto en la fachada de la parroquia. A las nueve de la noche se quemó el castillo.

El mismo programa indica el recorrido de la imagen del Señor del Calvario (Santo Entierro) por calles del pueblo y colonias cercanas, durante jueves, viernes y sábado siguientes, hasta ir a entregarla por la noche del sábado a su parroquia, en el Pueblo de Culhuacán. Para estos recorridos se solicitó a la gente que adornara sus casas de blanco y azul claro.
La tradición de la portada floral para esta fiesta de Los Reyes Culhuacán, nació en casa de la Familia Terreros hace más de cien años, en la calle Morelos, antes conocida como la calle de los huaxincas. Considerando que es una tradición importante debemos difundir su origen y la forma en que se organiza.
Al principio, el adorno se hacía en el altar de una pequeña capilla de piedra del que todavía era considerado un barrio de Culhuacán. Cuando aumentó la población hubo la necesidad de construir un templo más grande, el actual, en cuyo frente se coloca la portada. Este templo fue consagrado como parroquia en 1970 aproximadamente, por lo que ahora la comunidad es considerada pueblo. Existe otra mayordomía que se encarga del adorno interior.

En esos primeros años que la Familia Terreros inició la tradición de adornar para la fiesta patronal de Los Reyes, los maestros floreros venían de Xochimilco, de allá traían las flores en canoas; llegaban desde ocho días antes para convivir con la familia, les invitaban de comer platillos preparados con los productos del campo, los que tenían a la mano: tlapiques de pescado, rana, carpas..y de tomar, pulque, vino, alcohol de caña y agua de chía. Cuando el maestro principal de Xochimilco falleció, sus sucesores ya no pudieron venir a Los Reyes, por lo que pidieron el apoyo a los floreros de Iztapalapa, también de gran trayectoria. Desde hace veintidós años aproximadamente colaborar sin cobrar nada, sólo llevan su material.
La flor la compraban hasta hace treinta años sólo en Jamaica, ahora tienen la opción de comprarla también en la Central de Abasto.



Ocho días antes los mayordomos deben ir a recoger la imagen de San Salvador a casa de su mayordomo en turno, es una imagen que pertenece al pueblo de Los Reyes. La traen en procesión con palio y estandarte, la dejan en una habitación de la casa con una pequeña portada y un altar con flores y cirios. Los anfitriones invitan café y galletas. Los maestros floreros llegan un día antes de la fiesta, los esperan ya con café y pan para desayunar. El armazón de metal empieza entonces a llenarse de hojas de pino y flores de diferentes colores que forman figuras; antes era de madera, pero no duraba más de cuatro o cinco años, si se mojaba se echaba a perder; desde hace diez años aproximadamente lo hacen de metal, pues es más resistente.



A la hora de la comida les invitan de comer lo que les es posible preparar o comprar: tamales, pollo con mole, arroz, carnitas, nopales…de tomar, refresco y tequila. En la noche los cuetes anuncian que en esa casa se hizo la portada.
Al día siguiente los maestros vuelven muy temprano, a las siete de la mañana, para llevar a colocar la portada. Antes de salir se invita a toda la gente que asiste, alrededor de trescientas personas, café y tamales que desde la tarde del día anterior se han preparado en dos grandes tambos, son más de 500 tamales. Llega también una banda contratada para la misa de función, pero que acompaña a la portada en la procesión, van los vecinos por diferentes calles, entre ellos la mayoría de los mayordomos de Culhuacán. Este año la procesión no se pudo hacer por la Avenida Tláhuac debido a las obras de construcción de la línea 12 del metro.



Luego de la colocación de la portada la procesión sigue, ahora acompañada por una comparsa de charros o chinelos con una banda de música, pagada por la mayordomía de la portada. Vuelven a la casa de los mayordomos, quienes invitan nuevamente de comer; este año pollo en chile guajillo, sopa fría, agua de jamaica y refrescos.

A los quince días bajan la portada y llevan el armazón por la noche a casa de quien será mayordomo el próximo año, él les invita café y galletas. Este año 2011 el mayordomo fue Antonio Terreros Malo.

Para llevar todo en orden tienen un libro de cuentas, ahí se anota cuánto aporta cada quien. En reuniones acuerdan de cuánto será la cuota anual, y la van entregando como pueden, hasta una semana antes de elaborar la portada. Hay una lista de diecisiete personas, familiares y amigos, que se van rotando la responsabilidad de la mayordomía, si alguien nuevo quiere participar le ceden un lugar.

Todos tienen el compromiso de cubrir el gasto de la portada, pero al mayordomo en turno le corresponde pagar la comida que se ofrece a todos los asistentes. Tienen un estandarte que llevan cuando van por la imagen de San Salvador y cuando llevan la portada al templo.
A los veinte días de la fiesta, el mayordomo de la portada devuelve la imagen de San Salvador y su mayordomo les invita café y galletas.


El “mayor”, más que por su edad, porque representa y encabeza esta tradición, es el señor Salomón Morales Hernández; a él, a su primo Dionisio Terreros (a la izquierda) y al mayordomo Antonio Terreros (al centro), agradezco la entrevista concedida para poder realizar esta breve crónica de una tradición que no debe perderse.

Enero 2010

¿Porque fui zapatista?


Casa de la Hacienda de San Nicolás Tolentino


Agustín Rojas Vargas
Cronista de Culhuacán


Durante los tres siglos que duro la Colonia, el pueblo siguió sufriendo el despojo de sus tierras y manantiales, por parte primero de los encomenderos y después por los hacendados que, auxiliados por algunos malos clérigos, lograron que los Culhuacanenses rápidamente ingresaran a la filas de los parias y derrapados, dejándolos en condiciones únicamente para servir en las haciendas en calidad de esclavos sumisos y callados, a quienes únicamente los movía la necesidad de obtener algo para llevar a sus casas, para alimentar a su familia, y dar cumplimiento a las enseñanzas de humildad, respeto, y paciencia de la nueva religión.

Los nuevos métodos de trabajar la tierra y el uso indiscriminado del agua acabó con sus abastecimientos, después la constante contaminación de los canales llegó a tal grado de convertirlos en una cloaca en los que se arrojaban los materiales fecales, los cadáveres de animales, los desperdicios orgánicos de las tenerías y mercados, y como nadie se preocupara de limpiarlos ni darles mantenimiento se convirtieron en grandes focos de infección, con sus respectivos insoportables olores, obligando a que el Valle fuera desecado y Culhuacán perdiera sus chinampas.

Humboldt en 1804 comentó: que el salario anual de un jornalero del campo apenas bastaba para cubrir la necesidad más apremiante de la familia, la alimentación, basada en maíz, frijol y chile, la carne era artículo de lujo; sin embargo, así seguía trabajado y produciendo riqueza para sus amos y sus sacerdotes.

Llegó el año de 1910 y Culhuacán estaba invadido y rodeado por las haciendas, San Antonio Coapa, la Soledad y San Nicolás Tolentino, Dolores y Guadalupe, en todas trabajaron nuestros abuelos, y las condiciones de trabajo fueron injustas, los pretextos abundaban para pagar poco, mal o nunca.

Los sábados se les rebajaban dos pesos para pagar la misa de los domingos, para comprar la cera y el vino, por esta razón la mayoría de los peones se oponía a ser participe de actos litúrgicos,

Quienes trabajaron en las haciendas nos dicen que el conjunto de los edificios centrales de una hacienda, estaba rodeado por una pared alta y gruesa de piedra oscura apuntalada por contrafuertes al que se le llamaba el “casco”. En él estaba la casa del propietario donde se podría disfrutar de casi todas las comodidades de la vida moderna: luz eléctrica, baños de agua tibia, salón de villar, salas espaciosas, enorme comedor y numerosas recámaras; todo amueblado con lujo, y a veces de mal gusto. La del administrador disponía de todo lo necesario para su familia. Fuera de él, el extenso campo de labor y la aglomeración de casas donde vivían los peones, a la que llamaban la “cuadrilla”.

“En contraste con el casco, la cuadrilla era miserable, sus casas parecían improvisadas y estaban construidas con los más increíbles e inadecuados materiales. Eran cuartos de adobe, sin ventanas, con una puerta. Allí dormía en el suelo toda la familia, allí también se cocinaba en un fogón, se hacían las tortillas y la comida en cazuelas y se servía en burdos jarros y platos de barro. Los peones, mujeres y niños, estaban llenos de piojos, vestidos de sucios harapos, descalzos y comidos por las fiebres.

La tienda de raya ocupaba un papel importantísimo en aquella organización, allí se vendía al peón y a su familia la manta, el percal, el jabón, el maíz, el frijol, el aguardiente y por supuesto otras mercancías a precios generalmente más altos que los del mercado y no siempre de buena calidad.

El jornal se pagaba con mercancía y sólo cuando sobraba un poco solía completarse con monedas de curso legal. En la tienda de raya se llevaba al peón cuenta minuciosa de sus deudas, las cuales pasaban de padres a hijos y jamás podían extinguirse, entre otras razones, porque las necesidades elementales del peón y su familia no podían llenarse con el exiguo jornal y al hacendado le convenía tener peones adeudados porque así le era fácil tenerlos arraigados a la tierra y explotarlos mejor.

Por otra parte, la iglesia desempeñaba un papel de indudable significación. Allí estaba el cura para guiar el rebaño por el buen camino; allí estaba para hablar a los desdichados, a los miserables, a los hambrientos de la resignación cristiana y de las delicias que les esperaban en el cielo, al mismo tiempo de los tormentos del infierno, para los desobedientes, para aquellos que no acatan con humildad las órdenes de los amos. Y si la coerción económica de la tienda de raya y la coerción moral del cura no resultaban suficientes para mantener en la obediencia al jornalero, entonces ahí estaba la cárcel, la cárcel del hacendado y los castigos corporales para someterlo; allí estaba el inmenso poder del propietario para enviar al rebelde a formar parte en las filas del ejército de forzados del porfirismo o el destierro a las haciendas de Yucatán y Quintana Roo de donde jamás volvían.

Un hacendado vivía mejor de lo que podía vivirse desde el punto de vida material. Se sentía aristócrata, perteneciente a una especie zoológica privilegiada, tenía clara conciencia de su grandeza y su poder, era inculto, católico por rutina o conveniencia y Porfirísta convencido por ambas cosas.

Esa minoría afortunada y dichosa, en cuanto al goce de bienes materiales, se consideraba como la única depositaria de la decencia y de las buenas maneras, vestían bien, eran ricas y no demasiado morenas. Había relación entre la decencia, la riqueza, y el color de la piel; una solapada discriminación racial herencia de siglos.

Durante el régimen Porfirísta no hubo libertad política ni libertad de pensamiento, no olvidemos el lema del gobierno: “poca política y mucha administración”, sólo que la administración no tuvo en cuenta a la masa trabajadora; no se ocupó de los pobres sino únicamente de los ricos: de los ricos nacionales y extranjeros.

Las huelgas estaban prohibidas y se castigaba con severidad a quienes en alguna forma pedían aumento de sueldo o la reducción de la jornada de trabajo como sucedió en Cananea y Río Blanco.

Al informarse mi Pueblo de los principios de la Revolución, que eran contra la tiranía, Culhuacán ayudó al ejército Zapatista proporcionando hombres, poniendo a su disposición maíz, fríjol, legumbres y frutas para su alimentación, así como alojamiento para pernoctar en la escuela, el exconvento, y en algunas casas particulares.

Las ideas de Zapata removieron en los habitantes de Culhuacán el aborrecimiento a los hacendados y brotó el deseo de venganza y la esperanza de recuperar las tierras que con gran sacrificio les legaron sus antepasados; se decidieron a ayudar a los revolucionarios, al recordar el menosprecio sufrido por el dictador Porfirio Díaz cuando demandaban justicia, para protegerse de la voracidad, de aquel pulpo terrateniente que los dejaba en la miseria, sin un pedazo de tierra donde sembrar, donde poder cazar para comer o recoger y traer leña para cubrir sus necesidades.

Ante tal solicitud de justicia sólo recibían la indiferencia, pero si insistían se convertían en reos y entonces se aplicaba la persecución, la prisión y en algunos casos el enrolamiento en el ejército o el destierro a las haciendas de Valle Nacional de donde no volvían jamás. Ya no era posible seguir sufriendo las amenazas y malos tratos de los caciques del pueblo, todos impuestos por el gobierno, quienes al menor desaire a sus caprichos denunciaban a sus vecinos, por faltarles al respeto, y por la gravedad de la falta fueran desterrados para quedarse con sus pocos bienes.

Las injusticias que sufrían los peones por parte de los hacendados y la falta de interés de los gobiernos civil y eclesiástico para entender y resolver la crítica situación de los ciudadanos, como es su obligación, y no aprovechar los fueros unos o los sermones de humildad los otros, para abusar de las familias que tenían necesidad de trabajar para obtener honradamente su alimentación y vestido.

Por eso en Culhuacán fueron varios ciudadanos los que se enrolaron en las filas revolucionarias y varios los que tomaron parte en el saqueo de las haciendas que estaban a su alrededor, lo que será tema a tratar en otra oportunidad en que disponga.


Troje de la Hacienda de San Nicolás Tolentino

¿Porque estuvimos con el Zapatismo?

Agustín Rojas Vargas
Cronista de Culhuacán


Al informarse mi Pueblo de los principios de la Revolución que eran contra la tiranía y el bienestar de los hombres, Culhuacán ayuda a los Zapatistas proporcionando hombres para su ejército, poniendo a su disposición maíz, fríjol legumbres y frutas para su alimentación, y siendo característicamente hospitalarios les dan alojamiento para pernoctar en la escuela, el exconvento, y en algunas casas particulares. Los habitantes de Culhuacán además admiraron y respaldaron a Zapata, porque Emiliano,

Nació entre los pobres

vivió entre los pobres

y por ellos combatía,

yo no quiero honores,

a todos así decía.

Los vecinos pronto supieron que Zapata al igual que la mayor parte de la gente de Culhuacán, fue de cuna humilde, forjó su carácter en el sacrificio, y su alma en la fragua de los dolores, dolores que como espirales se levantan en las piras de las injusticias, su carácter de joven fue acrisolado como el nuestro en las labores del campo, sus nobles sentimientos los absorbió: de la tierra, del polvo, del viento y del agua, los adquirió al abrir el surco, donde más tarde depositará la semilla que verá crecer, cultivar y cuidar con esmero, florecerá y producirá el grano que alimentará y dará bienestar a la familia,.

Al igual que cualquier Culhuacanense, vio desde chico como despojaban las tierras a sus padres, vio la impotencia de no poderlas defender, esto siempre causó ondas decepciones que agitaban y atormentaban su espíritu.


Mis vecinos se decidieron a ayudar a los revolucionarios, al recordar el menosprecio sufrido, cuando recurrieron al dictador Porfirio Díaz en demanda de justicia, sólo para protegerse de la voracidad, del hacendado que los dejaba en la ruina y en la miseria.

Culhuacán dio su apoyo a Zapata, cuando supo que en forma adicional al Plan de San Luis, el Plan de Ayala hacía constar que: los terrenos, montes y aguas que hayan sido usurpados por los hacendados, científicos o caciques a la sombra de la justicia venal, entrarán ahora en posesión de los pueblos y de los ciudadanos que tengan los títulos correspondientes de esas propiedades y de las cuales han sido despojados por la mala fe de los opresores, y si es necesario, con las armas en la mano, mantener la posesión.


El Plan de Ayala proponía que en virtud de que la inmensa mayoría de los pueblos y ciudadanos mexicanos no son dueños más que de la tierra que pisan y sólo por ese momento, y que están sufriendo los horrores de la miseria, sin poder mejorar en nada su condición social, ni poder dedicarse a la agricultura, a la industria o al comercio, por estar todo monopolizados en unas cuantas manos, las tierras, montes y aguas se expropiaran.


Que se repartan las tierras, donde puedan volver a ser trabajadas, y se de cumplimiento justamente a su lema que decía "la tierra es de quien la trabaja", frase que expresa una idea y es guía de una conducta a seguir, hasta triunfar o morir.

Plazuela Leona Vicario

Agustín Rojas Vargas
Cronista de Culhuacán


Con motivo de la celebración del Bicentenario de nuestra Independencia, todos los mexicanos buscamos de diferentes maneras manifestar nuestra alegría, amor, respeto y admiración por los héroes que con su lucha y muchos con la vida lograron independizarnos.

En Culhuacán, nuestras calles y plazuelas principales, llevan el nombre de algunos héroes de nuestra independencia, como un reconocimiento y ejemplo a seguir, en este mes las casas se adornan con banderas, escudos y guirnaldas, se organizan festejos y bailes en manifestación de júbilo, aunque es de lamentar que a muchas calles, la Oficina de Nomenclatura les ha cambiado el nombre, por el de personajes extranjeros que pese a sus grandes méritos, nada significan para la mayor parte de los habitantes, y les causan malestar por lo difícil de su pronunciación y para la escritura de su correspondencia.

Una de nuestras plazuelas más significativas lleva el insigne nombre de doña María Leona Vicario, heroína de la Independencia, nacida en la ciudad de México el 10 de abril de 1789; su familia gozaba de excelente posición económica y la niña María Leona, como hija única, fue muy mimada de sus padres, recibió una educación muy superior a la que entonces recibían las personas de su sexo, aprendió el francés, el arte de la pintura y otras materias que no se estilaban, a los diez y ocho años quedó huérfana y al cuidado de su tío materno el licenciado Agustín Pomposo.

Era natural que una joven de esas condiciones tuviese pretendientes, entre ellos el bachiller en leyes Andrés Quintana Roo quien hacía su pasantía en el despacho del licenciado Pomposo. Andrés la solicitó en matrimonio y al serle negado, decidió enlistarse en las filas independientes del General Rayón en 1812.

Doña Leona sufrió bastante con esa decepción, pero siguió con su relación amorosa, convirtiéndose a su vez en una decidida insurgente, poniendo a disposición toda su inteligencia y fortuna a la causa que su novio había abrazado, siendo una exaltada patriota que no disimulaba sus simpatías por la causa. En Tlalpujahua invirtió sus ahorros en la fabricación de armas que tanta falta hacían.

Doña Leona fue víctima de persecuciones del Gobierno Español, siendo algunas veces rescatada por los insurgentes, otras salió disfrazada de negra, vestida de harapos y montada en un burro.
Contrajo matrimonio con Quintana Roo en uno de los pueblos donde estuvo, y fruto de su matrimonio nació su primera hija, en una cueva cercana a Achipixtla y llevada en un huacal para ser bautizada, siendo el padrino el General Rayón.

Como no era fácil de escapar de las fuerzas realistas que recorrían la comarca en todas direcciones, el matrimonio tuvo que refugiarse en una escondida barranca del rancho de Tlacocuspa, perteneciente a Sultepec, donde no había elementos de ninguna clase de comodidad y donde sufrió mil privaciones, todos sus bienes ya habían sido confiscados por el gobierno.

Cuando fueron indultados, vivieron en Tejupilco, Toluca y al consumarse la Independencia, en la ciudad de México.

Después de tantos sacrificios, sufrimientos, desilusiones y sin sabores murió esta gran heroína en la capital el 21 de agosto de 1842. ” Honor y Gloria a Leona Vicario, ejemplo de patriotismo, abnegación y valentía”.

El Canal Nacional: Un Antiguo Medio de Transporte en Culhuacán

Desviación del Canal Nacional alrededor de 1920 en lo que ahora son las calles de Juárez y Adolfo López Mateos, en Culhuacán Iztapalapa. Se realizaron las obras para facilitar la circulación de las canoas y chalupones


Patricia Pavón
Ex Convento de Culhuacán


En una antigua zona chinampera de la cuenca de México se encuentra Culhuacán. Está conformado por once barrios, la mayoría de ellos de origen prehispánico. Se ubica al oriente de la ciudad de México, dentro de los límites de la delegación Iztapalapa.

Al igual que otros pueblos originarios como Xochimilco, la economía de Culhuacán estuvo apoyada en la agricultura. Sus pobladores se dedicaban además a la pesca, a la extracción de sal, de piedra, de cantera y al trabajo artesanal.

La producción agrícola se transportaba en canoas por el Canal Nacional para su venta en la Viga. Además de la verdura, se transportaba en el siglo XVIII piedra, arena, maíz, forraje, trigo, cebada, madera, cal, ladrillos y azúcar.

Las canoas que utilizaban para transportar sus productos eran de cincuenta pies o más de largo, con capacidad para varias toneladas, sin embargo también había más pequeñas y la razón de que no fueron muy grandes se debió a la dificultad para desplazarse por la ciudad, ya que los canales no eran de gran anchura.

Resulta impresionante imaginar en aquellos tiempos, la cantidad de canoas que circulaban por las principales vías. Según Charles Gibson se calculaban en cien o doscientos mil en el periodo de la conquista; y que en el siglo XVII, más de mil canoas al día entraban en la ciudad[1].

Había canales de menor dimensión y relevancia, y como señaló Mariano Monterrosa “El más importante de los canales era el Canal Nacional, que salía de Chalco, pasaba por Xochimilco, seguía por Culhuacán, Mexicaltzingo, la actual calzada de la Viga, cruzando por Iztacalco, Santa Anita, para llegar al mercado de la Merced, justo a un costado del convento del mismo nombre, en el llamado Puente de Roldán para continuar por San Lázaro y desembocar en el lago de Texcoco. Había otro canal que bajaba del pueblo de Tlalpan, en tanto que los canales restantes, servían para comunicación del lugar.”[2]

Habitantes de Culhuacán recuerdan con suspiros y añoranzas lo que alcanzaron a ver y a disfrutar del Canal. El señor Secundino Ortega, nativo de Culhuacán nos dice: “Yo tendría ocho o nueve años, pasaban las canoas de Xochimilco cargadas todas de legumbres, entonces les gritábamos ¡ tÍooo, me regala una lechuga! Y nos daban la lechuga o la zanahoria, además estaba el agua muy limpia, bajaba de Xochimilco. Cada canoa la jalaban dos personas con reatas de cada lado porque las traían copeteadas de legumbres”.

La señora Reynalda Gutiérrez, recuerda: “Había pescaditos, mi abuelita nos llevaba a pescar en chalupón, había pescado grande y chiquito, ranas, almejas… de aquí se iban a vender a Jamaica. Mi papá llevaba en la chalupa: col, alcachofa, coliflor, cilantro, cebolla, berro y verdolagas…sólo verdura, y algunos la cambiaban por lo que no tenían, como la fruta”.

Los recuerdos son en algunas ocasiones, los únicos registros que nos permiten conocer el entorno de antes. Cuando el espacio se empieza a transformar, la memoria colectiva hace presente el pasado para hacer referencia a su historia. Como lo señalan los siguientes testimonios, con imágenes tan vÍvidas.

Margarita Morales nos platicó: “Había quienes llevaban un chalupón lleno y lo vendían por un tanto, -decían, ¿cuánto la canasta? Y decíamos ¿todo junto? , un chiquihuite o un costal? Nosotras trabajábamos la chinampa. Las tierras las teníamos aquí mismo… pero ahora ya todo está colonizado”

La señora Guadalupe Rodríguez comenta con respecto al costo de pasaje: “Creo… dos centavos… tres centavos se pagaba para llegar al mercado de Xochimilco, ibamos a vender conejos, gallinas, pollos, hasta puerquitos. Mis padres en paz descansen llevaban en huacales: puercos, guajolotes, hasta guajolotes chiquitos iban a vender”.

Pero no sólo se utilizaba el canal para llevar a cabo traslados comerciales, sino que también sirvió como esparcimiento y paseo por parte de algunos habitantes, recuerda la señora Guadalupe: “Los paseos en el Canal eran sobre canoas, mis papás luego decían -vamos a Xochimilco- venían sus compadres del centro en una canoa, traían comida, bracero para prender la lumbre en los botes, ¡muy bonito eso! Los paseos eran a Xochimilco o a Mixquic”.

Mucho se ha escrito sobre la vida cotidiana en la ciudad de México, algunos investigadores con más énfasis que otros, pero todos brindan una agradable descripción visual en sus narraciones. Como Antonio García Cubas quien aborda en su crónica “El libro de los recuerdos” la actividad del Canal, tanto en sus días ordinarios como en los días de fiesta.

“El canal se hallaba completamente invadido con las canoas que habían llegado ofreciendo a los habitantes de la capital, las variadas producciones de las chinampas de Santa Anita, San Juanico e Iztacalco, consistentes en abundante hortaliza y en profusión de flores. El gentío que llenaba la calle era inmenso, tanto que, como se dice vulgarmente, pudiera andarse sobre las cabezas. Allí las familias decentes se mezclaban, por fuerza, con las del pueblo bajo, y todas iban y venían de esquina a esquina, abriéndose cada cual, entre la multitud, un camino trabajoso que al fin se abandonaba para acercarse a la orilla del canal, con el intento de proveerse de flores y de verduras”.

Sabemos que Xochimilco fue uno de los principales proveedores de flores y de verduras de la ciudad de México, todavía hacia finales del siglo XIX.

Habitantes de Culhuacán, comentan que en el barrio de la Magdalena, justo a la orilla del canal, fue colocado por ellos un pequeño altar con la imagen de la virgen de la Candelaria. Señalan que se debió a los constantes hundimientos de canoas, provocados por los remolinos que se originaban justo cuando pasaba este transporte. Aseguran que a partir de que se colocó el altar, los accidentes no se volvieron a presentar. Desde entonces llevaron a cabo una celebración en este lugar, hasta que se construyó la capilla de La Magdalena, y la imagen se traslado a este templo, continuando la festividad.

Es muy interesante señalar que las edades de los entrevistados varían, sin embargo, los testimonios en torno al canal, son prácticamente los mismos, en cuanto a su función y condiciones en las que se encontraba. Cada uno de los habitantes, refieren a partir de sus vivencias, acontecimientos relevantes. Tal es el caso de la celebración religiosa de la virgen de Los Dolores que se llevaba a cabo con mucha fastuosidad, aunque después se fue haciendo dentro de esta celebración, la popular fiesta de “La flor más bella del ejido”, en donde se coronaba a la reina y se realizaba una fiesta charra.

En los días de fiesta el canal lucía bellos colores, como dice el señor Simón Rosas Rosas: “Se vestía de gala los viernes de Dolores. Era porque desde el miércoles venían las gentes de Xochimilco, los propietarios de canoas. Entonces allá en Cuemanco hacían una portada en honor a la Virgen de los Dolores y de ese modo les deseaban suerte a las gentes que traían sus canoas, trajineras como las que vemos en Xochimilco. Escogían las mejores o las peores, venían bien vestidas, como decían. A medio camino había una ermita, y ahí se persignaba la gente. Esos no llegaban a Jamaica, nada más llegaban a Santa Anita, que es por donde está la Coruña”.

El Canal también sirvió como paseo y de esto nos comenta el señor Simón: “Se paseaba la gente, los novios principalmente. Iban a pasearse por la tarde, ya veía dos canoas o tres canoas. Algunas personas traían flautas y tocaban esa música de antes”. Y nos comenta más adelante “aquí en Culhuacán no hubo propiamente un embarcadero como para paseo, pero el embarcadero era donde cabían unas once a doce canoas, en Cafetales. Todas estas gentes tenían sus canoas con sus nombres grabados, porque con ellas transportaban la pastura para mantener las vacas”.

El Canal Nacional como se ha visto formó parte importante en la vida de los nativos de esta región. En la actualidad aunque no está funcionando y se encuentra sucio y cubierto de lirio, abarca los barrios de San Antonio, La Magdalena, San Francisco, Tula y San Simón.

La señora Guadalupe Rodríguez trata de recordar la fecha en que dejó de funcionar el Canal: “Más o menos sería en el año de 1950 cuando todavía servía el Canal, ya después no, ya ni llegaban las canoas, luego empezaron a hacer la carretera de la Viga”.

Gracia Hernández, refiere en su estudio geográfico histórico de Iztapalapa, que: “Desde fines del siglo XIX comenzaron las obras de desagüe del Valle de México. Entre 1895 y 1900 se construyó el canal de desagüe del lago de Chalco. Una vez que fue desecado, los ríos manantiales de Xochimilco fueron utilizados para abastecer de agua a la ciudad de México mediante un acueducto hacia 1913. El desarrollo de este proyecto, provocó hacia 1955 la desaparición de las aguas que llenaban los canales de Chalco y de Xochimilco, y desde luego las del Canal Nacional y del Canal de la Viga”[3]

Finalmente queremos agregar que el crecimiento poblacional a partir de los años cuarenta, hacia esta zona por obreros y campesinos llegados de otros lugares, generaron serios problemas. Ya que por una parte, se intensificó el crecimiento desordenado de la población, y por otra, se estableció un conflicto agrario con habitantes oriundos del lugar debido a la apropiación de tierras dedicas al cultivo. El gobierno se vio obligado a cubrir las demandas de los habitantes con obras de servicio; pero además, realizó gran cantidad de construcciones no solo de casas habitación, sino de empresas, industrias y avenidas que en nombre del progreso han mutilado a los pueblos originarios del valle.


El Canal Nacional (1921-1923) era el medio de transporte de los agricultores que trasladaban sus productos de Chalco y Xochimilco, pasando por Culhuacán para llegar a la Viga, Santa Anita y la Merced con el fin venderlos.

[1] Gibson, Charles. Los aztecas bajo el dominio español. Ed. S. XXI.
[2] Monterrosa boletín No. 39. 1970 INAH.
[3]Hernández Granados, Gracia. Estudio geográfico histórico de Iztapalapa. UNAM. México. 1977. p. 56.


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